Cuando nos ponemos a dieta y considerando que uno apuesta todo con el fin de lograr su bienestar no sólo físico sino mental adoptamos, inconscientemente ciertas actitudes que canalizan lo dificultoso que es encontrarse en esa situación o proceso. Esa situación hace que nos encontremos en una disconformidad permanente, lo que a su vez conlleva a que tengamos reacciones desagradables y en consecuencia conflictos con nuestro entorno.
Estas reacciones se pueden adquirir como consecuencia de un estado de abstinencia, en el cual nuestro organismo se tiene que adaptar a desistir de ciertos hábitos alimentarios o alimentos considerados nocivos, pero que son tan deseados por nuestro paladar.
El proceso de adaptación a nuevos y saludables hábitos alimentarios se considera un proceso lento y gradual, pero entre otras cosas difícil para algunas personas, a las cuales les puede provocar un carácter bastante problemático, manifestándose mediante ciertas reacciones poco agradables.
Entre las actitudes que adoptamos al estar a dieta se destacan el sólo hablar de la dieta, suponemos que todo el mundo está a dieta, intentamos provocar culpa en los demás cuando comen, nos volvemos obsesivos y desalentadores y nos creemos expertos en lo que respecta a temas de dieta.
Para evitar ésto se cree necesario comenzar una dieta cuando realmente se tiene voluntad de cumplirla, estar dispuesto a sacrificar aquellos alimentos nocivos y tener en cuenta que va a ser un proceso lento, progresivo pero satisfactorio, el cual nos va a conducir a mejorar nos sólo nuestra apariencia física sino cambiar rotundamente nuestros hábitos alimentarios.
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